La historia es corta. Un tribunal resuelve que Uber no puede funcionar y, por tanto, le tira con todo. El punto es que ese "con todo" implica ordenar cautelarmente a redes sociales que no acepten publicidad de Uber; a las tiendas de aplicaciones que no permitan la descarga de la aplicación; y a las empresas prestadoras que bloqueen la página. TODO LO CUAL, no es otra cosa que violar la arquitectura de una internet libre y neutral y, además, violar la libertad de expresión.
El caso tiene enormes repercusiones (acá se ocuparon de una manera interesante) y supongo que seguirá dando que hablar.
Va la primera
Otra más
Otra más
La última
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